Los trabajadores españoles están abocados a una notable pérdida de poder adquisitivo en 2022 ante la escalada de los precios y el avance, mucho más contenido, de sus salarios, pero la merma podría ser inferior a lo que se temía en un principio si los sueldos mantienen su tibio ritmo ascendente y la inflación corrobora la senda descendente de los últimos tres meses.
Los convenios registrados hasta octubre recogen una subida salarial media pactada del 2,64%, apenas tres centésimas más que en septiembre (2,61%), pero consolidan una trayectoria que desde finales del año pasado ha ido in crescendo, según se desprende de las estadísticas del Ministerio de Trabajo, actualizadas ayer.
Las mejoras salariales han pasado de crecer un 1,47% en diciembre de 2021 al 2,64% actual, 1,17 puntos más en diez meses. Es el mayor incremento desde 2008, cuando en la antesala del estallido de la burbuja inmobiliaria y de la crisis financiera, los sueldos pactados en convenio subieron de media un 3,6%. Desde entonces, los aumentos medios solo superaron el 2% en dos ocasiones, 2009 y 2019, claro que entonces la inflación no era un problema y menos del calibre que lo es ahora.
En este sentido, el IPC se situó en octubre en el 7,3% interanual, tasa que representa una significativa moderación en el ritmo de crecimiento de los precios respecto a los meses de junio, julio y agosto, cuando la inflación creció a tasas de doble dígito, tocando un máximo del 10,8% en julio. Si bien la brecha entre el IPC y los sueldos sigue siendo abultada, ésta se ha ido reduciendo en el transcurso de los últimos meses, hasta situarse en 4,66 puntos en octubre. Es un desfase notable que, sin duda, castiga el poder de compra de las familias españolas, pero es claramente inferior a la brecha de 8,24 puntos que se llegó a registrar en julio, mes en el que el alza de la inflación multiplicó por más de cuatro el alza de los salarios (en la actualidad, esta proporción es de 2,7).
Pese a todo, un magro consuelo si se tiene en cuenta que el IPC medio rondará el 8,5% este año, casi seis puntos por encima de la subida salarial media pactada hasta la fecha, y que la inflación subyacente, que refleja el impacto más estructural de la escalada de los precios, supera el 6%, más del doble que la mejora de los sueldos.
En este contexto, la presión sobre los salarios no disminuye. El líder de CCOO, Unai Sordo, volvió a reclamar el miércoles a CEOE que se siente a negociar incrementos salariales. La organización sindical reconoce que abordar subidas en todos los sectores equivalentes al alza de los precios no es una reivindicación «realista», pero sí reclama incrementos del 4,5% para 2022, del 3,5% para el año que viene y del 2,5% para 2024, advirtiendo por enésima vez a la patronal de que si no acepta el guante de esas exigencias «la apuesta por el conflicto está encima de la mesa», afirmó Sordo, quien añadió que «CCOO va a impulsar la conflictividad laboral donde haya cerrazón patronal».
UGT y CCOO ya convocaron el pasado 3 de noviembre una gran manifestación en Madrid bajo el lema Salario o conflicto, en la que participaron alrededor de 45.000 personas de toda España, según las organizaciones sindicales. En ella, el líder de UGT, Pepe Álvarez, defendió que ese binomio, salario o conflicto, es mucho más que un eslogan, porque «allí donde ha habido conflicto hemos conseguido salario y se han firmado decenas de convenios con aumentos que permiten a los trabajadores y a las trabajadoras mantener su poder adquisitivo, en empresas con grandes beneficios y con menos beneficios», afirmó.
Y efectivamente, no es solo una forma de hablar. De los 2.801 convenios registrados hasta octubre, que afectan a más de 8 millones de trabajadores, un total de 896 recogen mejoras salariales medias del 5%, de las que se beneficiarán más de 2 millones de empleados. Esta cifra, casi el doble que el incremento promedio general, evidencia que la presión de los precios y de los negociadores sindicales se ha empezado a trasladar a los sueldos, donde la batalla se libra convenio a convenio y sector a sector.